COvid-19 y el Corazón
Introducción
El 7 de enero de 2020, el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 (Severe Acute Respiratory Syndrome Coronavirus 2) fue oficialmente reconocido por las autoridades chinas como el agente causal de una serie de casos de neumonía diagnosticados en Wuhan, China, durante el mes previo (Diciembre/2019). Esta enfermedad que produce este virus ha sido nombrada, en su idioma original como, Novel Coronavirus Infectious Disease 2019, de donde surge su acrónimo COVID-19; fue declarada por la OMS como una emergencia de salud pública internacional el 30 de enero de 2020, y como una pandemia el 11 de marzo siguiente. El virus de la COVID-19 se replica (multiplica) en las vías respiratorias superiores. Después del contagio el inicio de los síntomas es lento, con un periodo de aparición de síntomas de las personas infectadas de hasta 2 semanas. También tiene afinidad por las células de las vías respiratorias inferiores, donde se continua replicando y puede producir neumonía. A continuación podemos mencionar las formas en las que la COVID-19 puede manifestarse:
Formas clínicas
A. Enfermedad respiratoria alta con síntomas leves
B. Enfermedad respiratoria baja (Neumonía) no complicada.
C. Neumonía grave.
D. Síndrome de respuesta inflamatoria sistémica
E. Problemas de coagulación
F. Shock séptico/Cardiogenico
G. Falla orgánica multiple De lo anterior podemos inferir, que en las formas C, D, E, F y G podremos encontrar en menor o mayor grado manifestaciones cardiovasculares.
Manifestaciones Cardiovasculares
La COVID-19, como la influenza estacional, causa una enfermedad leve y auto limitada en la mayoría de la personas; pero puede ser grave, sobre todo en pacientes mayores o con otras enfermedades (Diabetes mellitus, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, Hipertensión arterial, falla renal, entre otras) donde se incluyen las enfermedades cardiovasculares. Todas estas enfermedades preexistentes pueden volverse inestables en el contexto de la infección viral, como consecuencia del aumento de la demanda metabólica inducida por la infección y la reducción de la reserva cardiaca (corazón menos fuerte para soportar otras enfermedades). Por lo que pacientes con cardiopatías preexistentes tiene mayor riesgo de complicaciones y muerte durante la intensa respuesta inflamatoria a la COVID-19 que las personas más jóvenes y saludables. La causa de este daño directo e indirecto al corazón (miocardio) no está totalmente esclarecido, se ha encontrado que en el 35% de los pacientes con infección grave se ha podido identificar el partículas del virus en el corazón. Lo cierto es que son múltiples las causas o factores que engranan el mecanismo de producción de la lesión cardiaca:
Daño directo al corazón
Hipoxia (Falta de oxigenación)
Respuesta inflamatoria generalizada
Tendencia a formar trombos (Coágulos en lugares inadecuados)
Daño directo al corazón: se debe a un daño del virus a las células del corazón, conocido esto como miocarditis (Inflamación del corazón). Esto puede ocurrir incluso sin síntomas de afección respiratoria. Esta afección cardíaca directa puede cursar sin síntomas como ir hasta la aparición de arritmias potencialmente mortales o insuficiencia cardíaca avanzada, pudiendo confundir con infarto.
Falta de oxigenación: no hay daño directo del virus, pero la falta de oxígeno causada por la neumonía, produce disminución de la llegada de oxígeno al corazon, que a su vez tiene importante demanda de este oxigeno por la el estrés que causa la enfermedad respiratoria. Todo lo anterior condiciona cierto grado de depresión de la fuerza de contracción del corazón.
Arritmias: la falta de oxígeno puede causar Fibrilación Atrial (Arritmia muy común en las personas mayores),
Taquicardia (latidos rápidos del corazón) por el aumento del estrés causado por la enfermedad al organismo. Y en algunos casos arritmias potencialmente mortales.
Infartos: los pacientes con cardiopatía isquémica prexistente, presentan mayor riesgo debido, debido a la respuesta inflamatoria sistémica que puede causar ruptura de una placa de colesterol y eventual formación de trombos en las arterias del corazón (infarto), aumenta la posibilidad de que pacientes con cateterismos previos donde se ha colocado un Stent, presenten oclusiones de los mismos.
Coagulación: la infección produce un estado procoagulante, pudiéndose producir coágulos anormales (trombos) más frecuentemente venosos, aunque también pueden ocurrir en arterias.
Es importante comentar que puede existir lesión del corazón aguda en cerca del 7% de los paciente COVID-19 por lo que el diagnóstico diferencial con otras enfermedades del corazón son muy importantes.
Tratamiento
El manejo de las complicaciones cardíacas, causadas por la COVID-19 debe ser personalizado, cuando la enfermedad se deja avanzar el pronóstico es sombrío, por lo que su rápido reconocimiento, antes de que se instaure un daño mayor al corazón, unido al inicio rápido del manejo adecuado puede lograr mejores resultados.
Se ha difundido el uso de múltiples fármacos que, puede implicar mayor riesgo para la salud del paciente. Es importante saber cuándo iniciar o suspender el tratamiento, por lo que su indicación debe ser cuidadosa.
Pronostico
La edad mayor de 60 años, el sexo masculino y otras enfermedades (DM2, HAS, enfermedades cardiacas, cerebrales, EPOC) Son los principales factores clínicos asociados a la gravedad y posibilidad de morir por la COVID-19.
Puntos para llevar a casa:
El riesgo estimado de muerte es del 10% en pacientes con SARS-CoV-2 y enfermedad del corazón preexistente.
Que hay acerca de fármacos antihipertensivos como IECAs y ARA2 (enalapril, captopril, losartan, valsartan, entre otros). Se ha propuesto mayor riesgo en pacientes bajo tratamiento antihipertensivo con este tipo de fármacos, pero hasta la fecha no se ha demostrado que incremente el riesgo de infección o de complicaciones por COVID-19. Las sociedades norteamericanas más importantes, no recomiendan retirar el manejo de los fármacos antihipertensivos (IECAs y ARA2) en paciente que ya los toman.
La infección incrementa el trabajo y la función del corazón, por lo que puede asociarse a infartos o simular uno.
Puede ser causa de arritmias cardíacas.
Se pueden presentar séricas complicaciones en 10 al 20% de todos los pacientes hospitalizados por COVID-19.
Conclusiones:
Quedan aún muchos datos por aclarar en relación a esta pandemia, la posibilidad de eventos adversos al corazón está aún en estudio.
Es imposible hacer consideraciones a largo plazo, de una enfermedad de reciente comienzo.
Las inferencias actuales se basan en las infecciones previas por virus de similares características.
La repercusión aguda la vivimos día a día al atender a nuestros pacientes; la de largo plazo, aún está por definir.
Hoy más que nunca, tolerancia cero a difundir noticias falsas, hablemos con criterio en todo lo relacionado con esta pandemia ya que, teorías sin ningún sustento científico alcanzan a muchas personas. Estamos en medio de una crisis mundial, hay mucha gente muriendo, la economía está cayendo y mucha gente va a sufrir mucho. El miedo y la confusión solo suman a todo lo negativo que ya estamos viviendo. Es duro decirlo, pero nosotros podemos ser causantes indirectos de muchas pérdidas humanas. Hay que tomarlo en serio, no compartamos información sin corroborar que sea cierta. Así ayudaremos a los verdaderos héroes (personal de la salud) que buscan regresarnos a la normalidad de nuestras vidas.